Conoce por qué.
Un monje budista entre los templos.
Los birmanos lo han intentando por activa y por pasiva, pero nada. La Unesco sigue empeñada en que ésa no es forma de restaurar un santuario por el que pasó el mismísimo Buda dejando como testimonio un diente que perdió. Así que, de momento, el valle sagrado de Bagán, con sus 2.000 templos desperdigados a lo largo de 42 kilómetros cuadrados en el centro del país asiático, siguen sin entrar en el saco de Patrimonios de la Humanidad. Los expertos de la organización dicen que uno no puede pintar de blanco nuclear la fachada de una pagoda y quedarse tan ancho.
Los de Birmania (es el nombre que le dieron los colonos británicos al país, aunque su Junta Militar lo cambió por Myanmar en 1989) aseguran que demasiado han hecho manteniendo en pie (más o menos) la mitad de las construcciones que un día poblaron la zona tras un buen puñado de invasiones, penurias, saqueos y terremotos. Incluso los propios lugareños vivían (y cocinaban, jugaban al balón…) entre los edificios sagrados hasta hace no tanto tiempo.
Y es que por aquí camparon a sus anchas más de del doble de templos, pagodas y estupas que ahora (hasta 4.000). Y todo en la época de esplendor del reino de Bagan, allá por entre los siglos XI y XIII. Los mandó levantar el rey Anawarahta, un guerrero que quiso honrar así la presencia de Buda por estos lares. Ya de paso, también se coló en la Historia por ser quien unificó los distintos reinos que hoy componen Birmania. Y Bagán fue su primera capital.
Vista de Bagan en un vuelo turístico, en globo
Sea como sea y quede lo que quede, el yacimiento compite en espectacularidad con otros como el de Angkor (Camboya) o Machu Picchu (Perú). Contemplarlo al amanecer o al atardecer (cuestión de gustos o de ganas de madrugar) desde alguna de las atalayas creadas en medio de esa jungla verde rematada de siluetas puntiagudas de todos los tamaños es una de esas cosas que hay que hacer una vez en la vida. (Con la foto se hará una idea…). Hasta el viajado Marco Polo dijo que era uno de los lugares con las «vistas más hermosas de mundo».
Dependiendo de la zona, se puede llegar en carro de caballos, bici, vespa, bus, globo (uno de los medios más solicitados) o barco a través del río Ayeyarwady. De la forma que sea se debe pagar un peaje de 15 dólares para entrar en la región. Hay que aclarar que Bagán se divide en tres áreas: Nyanung U, llena de hoteles, restaurantes, tiendas y pagodas como la de Shwezigon (la que custodia la réplica del citado diente de Buda);_la zona arqueológica propiamente dicha de Old Bagan, donde se concentra la mayoría de los templos y los hotelazos de lujo inmersos entre ruinas; y New Bagan, un pueblo de caminos de tierra con un par de calles asfaltadas y hostales bastante más modestos cuajados de mochileros.